En la Cumbre Juvenil Latinoamericana,
celebrada en la capital cruceña, el canciller del Estado David Choquehuanca,
instó a los jóvenes presentes a pensar en la patria grande, algo sin duda
fundamental para que la región alcance la relevancia internacional que desea.
Ya hace casi dos siglos, el ilustrado Simón Bolívar abanderaba la idea de una América unida y fuerte; pero desde entonces la idea ha sido ultrajada, bien por mezquindades o por ignorancia. De cualquier forma, lo cierto es que hoy seguimos muy lejos de tener un continente cohesionado, que responda en bloque a asuntos en materia económica, política, social y cultural.
Ya hace casi dos siglos, el ilustrado Simón Bolívar abanderaba la idea de una América unida y fuerte; pero desde entonces la idea ha sido ultrajada, bien por mezquindades o por ignorancia. De cualquier forma, lo cierto es que hoy seguimos muy lejos de tener un continente cohesionado, que responda en bloque a asuntos en materia económica, política, social y cultural.
Está claro que resulta extremadamente
complejo tejer una unidad continental si consideramos lo vasto del territorio y
la diversidad de sus gentes. No obstante, el principal reto para tejer una
integración verdadera es poseer instituciones supranacionales para que sean
órganos que actúen con diligencia y alejados de circunstancialidades a corto
plazo. Tristemente tenemos lo contrario; una incipiente institucionalidad
convertida en legitimadora de abusos o instituciones clonadas que buscan
favorecer el clima de confusión e incertidumbre que tanto necesitan quienes lo
último que desean es unidad.
Hay que considerar que la unidad americana no
será posible, y tendrá que resignarse a seguir siendo un vacuo y abstracto
discurso, en la medida en que no se fomente el comercio y se elimine el
exagerado proteccionismo económico vigente. México, Colombia, Perú y Chile se
han dado cuenta de que sólo se alcanza elevados niveles de bienestar y cohesión
mediante el comercio y han dado pasos clave con la Alianza del Pacífico;
mientras que otros como Bolivia que se resisten a apostar por la senda de la
integración, optan por el discurso grandilocuente y desdeñan las acciones
concretas.
El viejo mundo comprendió después de siglos
de violencia y crueldad, que sólo con integración fronteriza, una
institucionalidad supranacional fuerte y un mercado único despojado de trabas aduaneras,
se podría evitar conflictos incoherentes y eliminar sistemáticamente los odios
étnicos-raciales productos de la incendiaria propaganda nacionalista y su
consecuencia, el derramamiento de sangre. Se podrá señalar un sinfín de
defectos, sin embargo, aquel camino demuestra ser la senda correcta para
conseguir una verdadera unidad, que vaya más allá del discurso y que se ponga
manos a la obra.
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