Hace
poco más de un año escribí un artículo “Sueños de Libertad”. El título lo dice
todo: no eran más que sueños. Sueños de que para las elecciones de 2019 se cierre
un círculo de vicioso de 14 años de despilfarro. Dicho sueño no se cumplió,
pues tuvimos unas elecciones desabridas, con poco o nulo debate, con medios
autocensurados, candidatos peleando en desigualdad de condiciones, con
electores cuyas decisiones se tenían que resignar a moverse en el cómodo eje
del “voto útil” (Mesa) o “voto duro” (Morales) y, por último, con una
manipulación grotesca de los resultados.