Hace pocos
días en el asilo de ancianos, vi un grupo de personas rezando el rosario.
Parecía un episodio normal en la vida de esa gente, cuyos últimos meses o años
pasan, con seguridad, a ritmo lento y en soledad. No obstante, a mí me llamó la
atención un señor que cuando le tocaba liderar el Ave María lo rezaba al revés.
Era algo así como: “Santa María, Dios te salve, ruega por nosotros, bendito es
el fruto de tu vientre…”.