Popularmente
se le atribuye a María Antonieta de Austria, reina de Francia y Navarra, la
frase: "si no tienen pan, que coman pasteles", cuando fue advertida
que el pueblo francés sufría una grave hambruna en la víspera de la sangrienta
revolución francesa.
Sea
verídica o no esa frase, es difícil no asociarla con el ya célebre pedido de
Evo Morales de hacer cuarto intermedio a las protestas, debido a que no tenemos
fútbol profesional desde hace semanas.
Esa
indolencia y alejamiento kilométrico de la realidad, resulta incomprensible por
la falta de sensibilidad ante una crisis institucional, social y política no
vista en Bolivia desde hace ya varios años.
Guste
o no, han surgido auténticos liderazgos en todo el país, a la cabeza de Santa
Cruz y su líder cívico, que ha sabido unir a un pueblo muy diverso y golpeado
por la división, que sin complejos encabeza una rebelión histórica, sobre todo
por su carácter cívico de auto-convocatoria.
Pero
no se trata del seguimiento a un caudillo, sino que la articulación de la
rebelión cuenta con cientos o, más bien, miles de líderes que arman un fuerte
esqueleto de inquebrantable espíritu y gran unidad esparcido en un territorio
inmenso, como es nuestra capital.
No
quisiera estar en el pellejo de ningún funcionario o partidario del régimen, ya
que esto que ha despertado encarna las verdaderas características de una
revolución de gran calado y alto alcance: diversidad de opinión, creencias e
ideología, diversidad étnica, diversidad socio-económica y sobre todo, alegría
con mucha firmeza y convicción.
Este
pueblo está parado hace dos semanas, y no se sabe cuánto tiempo más lo estará,
porque cada día que pasa está más firme y menos temeroso del porvenir. La gente
entendió que el presente y el futuro es propiedad de quien lo quiera tomar con
decisión. La gente ya ha hecho enormes sacrificios humanos y materiales y está
dispuesta a mucho más.
Para
fortuna de la libertad, si en este pueblo se acaba el pan, aparece la
asociación espontánea que lo caracteriza y brinda olla común, que nutre a sus
guerreros, no solo con comida, sino con ánimos, compañerismo y espíritu de
lucha.
La
gente está verdaderamente cansada, pero no de protestar, la gente se cansó del
abuso institucionalizado por el odio, la división y la soberbia. Hay sobradas
razones para entender que lo que está pasando, si bien es muy complejo, solo ha
traído ganancia. Pase lo que pase.
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