Miraba mi brazo
lleno de sellos y números, no voy a olvidar nunca el 413-4 gigante que tenía
anotado con marcador. Ya se hacía tarde para volver a casa y alistarme para
esperar la navidad. Había una cola que no avanzaba. No es así en un día normal
decían los entendidos que visitan el penal con frecuencia. En esa espera para
salir se escucha que un preso le grita a su hijo, un niño de no más de 4 años, “¿cuántas
cooperativas vas a robar cuando seas grande?”, quien responde orgulloso que 8.
Volvía de
visitar a unos de los presos por el caso de supuesto terrorismo, a quien había
conocido pocos días antes en una clínica local, cuando había sido sometido a
una operación de rodilla. Después de conocerlo, a más de una persona le comenté
que veía en él un potencial líder. Destila un espíritu fuerte, defiende una
causa justa y está sometido a la privación de libertad con pruebas dudosas, por
no decir inexistentes. Aunque de todo eso, lo más importante es que es un
individuo que conoce a detalle nuestras instituciones legales y sabe muy bien
cómo se podría mejorarlas para no tener las incubadoras de degeneración que existen
ahora, como la del padre enseñándole a su hijo que debe asaltar cooperativas.
A los pocos días
me sorprendí al ver en el periódico que Zvonko iba por la segunda
vicepresidencia del Comité Pro Santa Cruz. Me sorprendí porque no imaginaba que
mi corazonada se cumpla tan pronto. La decisión de ir por el comité en estas
circunstancias es valiente, osada y a muchos nos ha llenado de esperanzas, porque
abre las puertas a una necesaria renovación de liderazgos.
No pertenezco a
ninguna institución afiliada que me otorgue derecho al voto, pero si lo tuviera
votaría por Zvonko. Quiero sentir el comité otra vez como algo propio y no como
una institución ajena a la realidad, en el anonimato o peleando causas que
corresponden al ámbito privado. Quiero una institución que vuelva a pelear
cosas grandes para la gente y lidere la vanguardia de los cambios administrativos
que debe tener Bolivia. El 11%, la elección alcaldes y gobernadores, la
democracia, la descentralización de los recursos; esa es la jerarquía que tuvo
y debe tener el gobierno cívico.
Votaría por él,
porque está proponiendo un cambio en la justicia y esa no es una promesa vacía,
él conoce el tema y lo sufre en carne propia como otros miles de ciudadanos.
Además, su candidatura pone sobre la mesa la oportunidad de renovar un ente
clave para el desarrollo cruceño y boliviano de los últimos 50 años, que corre
el peligro de quedar rezagado en los libros de historia y en la memoria
colectiva como lo que un día fue y dejó de ser. Merece una oportunidad para pelear
por cambio e incluso para equivocarse.
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