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November 13, 2016

La contundencia de los sacasuertes

La mayoría de los diarios locales e internacionales presentaron la victoria electoral de Donald Trump como un hecho “contra todo pronóstico”. Pero en política no hay secretos y mucho menos sorpresas. Los acontecimientos son consecuencias de hechos, coyunturas y actores concretos.


La candidata demócrata, que se presentaba como la opción moderada y apegada al establishment, dejó que su falta de profesionalismo para abordar cuestiones de Estado empañara su campaña y existieran sombras de acusaciones legales en su contra. Asimismo, tuvo que cargar en sus hombros el desgaste político natural de su partido, que estuvo en el poder por 8 años, con ella como protagonista importante.

En el otro bando, el candidato republicano se vendió como un tipo torpe, pero que iba de frente y sin miedo a desagradar a alguien. Faltó el respeto a periodistas y a minorías, fue sin piedad contra sus compañeros de partido al momento de disputar las primarias y hasta amenazó con cárcel a su contrincante demócrata, al mejor estilo del mandamás de una república bananera, olvidando que en su país existe separación de poderes y decidir quién va a la cárcel es una jurisdicción que no le corresponde. Trump jugó fuerte; él y su equipo siempre supieron lo que querían y cómo iban a conseguirlo. Todos sus mensajes fueron direccionados al público que deseaban cautivar y lo lograron con éxito.  

Lo que ahora cabe cuestionar son las obstinadas y contundentes predicciones que auguraban un escenario bien distinto al acontecido. Es probable que muchos encuestados, por la razón que sea, hayan ocultado su preferencia electoral o que las mediciones hayan sido elaboradas con poco rigor metodológico. Lo segundo apuntaría a una manipulación mediática que pone en entredicho la ética profesional de muchas corporaciones del ‘‘mass media’’. 

Lo cierto es que ya en pocos meses han quedado en ridículo los analistas que se jactaban de tener veraces y poco falibles estudios: el triunfo del No en Colombia, el del BREXIT en Reino Unido y ahora la victoria rotunda de Trump en las presidenciales. El mundo va cambiando de dirección bajo la tutela de un nacionalismo proteccionista, que aprovecha el miedo creciente hacia la coyuntura geopolítica compleja y multipolar del nuevo siglo. Próximas elecciones en naciones europeas pondrán a prueba el nuevo fenómeno.  


Volviendo al presente, lo bueno es que después de la parafernalia electoral estadounidense, unos mínimos de modales y honorabilidad parecen haber retornado a la política. Tanto Obama como Clinton felicitaron con mucha clase al ganador y éste dio un discurso bajado de revoluciones con tono conciliador. La pelota está en cancha del republicano, que con hechos debe buscar la manera de conseguir un equilibrio para ganarse el apoyo del congreso, que aunque es controlado por su partido, existen todavía heridas abiertas de las últimas primarias. Larga vida a los poderes limitados, a los contrapesos, a la libertad individual y al respeto por la diversidad.

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