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August 28, 2016

Al infierno se va por atajos

Enfermedades cardiacas, cáncer de pulmón, asma, obstrucción pulmonar, conjuntivitis, son solo algunos de los males que se pueden originar por respirar aire contaminado. En las grandes urbes la contaminación del aire es un tema de difícil tratamiento y las medidas que se toman para paliar sus efectos tienen efectos muy limitados.

Por ejemplo, permitir el uso de ciertas rutas únicamente para vehículos con más de dos pasajeros o determinar qué número de placa está habilitado para circular por día, son medidas que pueden aliviar el tráfico y al mismo tiempo reducir las emisiones de carbono. Sabemos que este tipo de medidas no soluciona el problema en su totalidad, pero ya son pasos importantes para llevar adelante una vida en comunidad con un carácter más sostenible y amigable para la salud.  

Durante estas semanas en nuestra ciudad y, como todos los años en esta época, hemos estado respirando aire más contaminado del habitual. Contaminación que se debe en parte a incendios forestales fortuitos y, lamentablemente, también por quemas ocasionadas, tanto en el área rural como urbana.

Y es que en nuestra cultura está muy interiorizado el tomar el camino fácil, tomar atajos, para lograr beneficio personal a sabiendas de estar ocasionando un daño generalizado. Desde cruzarse en rojo, parquear en doble fila o pagar por saltarse la cola de un trámite, hasta quemar basura o maleza para ahorrarse dinero en mano de obra o maquinaria. Todas esas actitudes están a la orden del día y generan un malestar crónico en nuestra convivencia ciudadana.

En el caso de los chaqueos y la quema en general, el daño va más allá de la mera convivencia diaria. Se trata de un atentado contra la salud pública y un empobrecimiento progresivo del suelo, que se genera  año tras año. Es menester que tanto autoridades como sociedad civil generen un rechazo más categórico y severo contra este tipo de prácticas desconsideradas con la salud propia y ajena y, sobre todo, con el más básico sentido común.


Si por momentos sentimos que nuestra ciudad se convierte en un infierno plagado de desconsideraciones, es nomás porque al infierno se va por atajos, como canta el sabio maestro Joaquín Sabina.

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