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June 21, 2016

¡Que abracen el mundo libre!!

Estamos viviendo el auge de una severa crisis social generalizada. Intereses turbios detrás de grupos pseudo-religiosos (yihadismo) o pseudo-políticos (neo-fascismo, nacionalismos, etc.) ventilan la sinrazón, las pasiones más bajas y los discursos simplistas para beneficio propio; tal es el caso de los liderazgos de tintes mesiánicos y peligrosamente irresponsables que surgen con fuerza en Oriente Próximo, Europa, Estados Unidos.

 A pesar de la variedad en dichos brotes populistas, en todos existe un factor común: la simplificación abusiva de la realidad y el deseo de volver a un pasado idílico que nunca existió mediante el desprecio hacia el diferente. Desde esa insaciable búsqueda asesina de un gran califato teocrático, que para obtener reconocimiento siembra terror donde puede, hasta sus versiones “civilizadas” pero también peligrosas del “Make America Great Again” o  de la “Alianza Europea de Movimientos Nacionales”. Todas siembran y predican miedo. Todas buscan aislamiento en fronteras nacionales, a sabiendas del daño que ya han causado los nacionalismos a la raza humana. Y todas se alimentan de la violencia, bien sea discursiva, bien sea física.

Mientras unos violentos cobardes destruyen todo a su paso alimentados por una Fe sin Razón (inseparable una de otra), otros cobardes aparentan defenderse aislándose e instalando una retorica discursiva cargada de odio, que eventualmente se traducirá también en violencia física e intentos de ingeniería social. Ambos se destruyen a sí mismos, unos aniquilan una cultura milenaria riquísima, otros, a la esencia de lo que les hizo prósperos: mercados abiertos, fronteras mínimas y flujo de gentes diversas.

Durante el convulso y dinámico siglo XX, Mitchell Palmer, destacado político del partido Demócrata, con una miopía aguda, creía que los extranjeros eran parte de la masa que aportaban formas políticas extremistas. Pero Palmer ignoraba la historia de su país que se empezaba a erigir como el Estado más poderoso del globo gracias al aporte decisivo de inmigrantes. Pasados los conflictos bélicos mundiales, Estados Unidos se seguiría beneficiando de personas que, con sus habilidades y conocimientos, pondrían a la academia estadounidense en el pedestal de la innovación y de los descubrimientos hasta el día de hoy. Como afirma Paul Johnson, los extranjeros, “estaban huyendo de los sistemas cerrados para abrazar un sistema libre”. 


Del Mundo Occidental y de la visión de sus líderes dependerá el hacer frente a los extremismos sin cometer el suicidio de dar rienda suelta a la locura de los nacionalismos. No es posible omitir que los autores de atentados que enlutan a la humanidad de tanto en tanto son cometidos por nativos de los lugares afectados. Ellos son el reflejo del fracaso que generó el olvido y negación de unas raíces culturales que van muchísimo más allá de una herencia religiosa: son más de dos mil años de altibajos, de diversidad y mezcla, de oscuridad y de luz, que de continuar ignorándose dará paso a la destrucción progresiva del mundo libre: el oasis de los oprimidos y perseguidos a causa de la guerra y la estupidez.

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