Al confirmarse de que estos son los últimos días del
padre Mateo Bautista en Santa Cruz, las portadas de los medios lo catalogaron
como el hombre que cambió los hospitales y que incomodó al poder con su campaña
de 10% para la salud.
Hace algunos meses, altas esferas del poder, irritadas
por el pedido de un sistema de salud digno para el ciudadano, arremetieron ferozmente
contra el padre Mateo. Él no se dejó, respondió con educación y se mantuvo
firme en su noble causa; sumó apoyo y solidaridad de personas que sufrieron
como propias las ofensas que recibió por parte de esos que desprecian la
entrega y el amor al prójimo, esos que desprecian la ayuda a los más
necesitados porque no es ayuda para ellos, esos que vociferan cuando se pone en
evidencia la escasa importancia que se le otorga a los pilares fundamentales
para tener una vida digna.
No caben palabras suficientes para agradecer semejante
amor derramado en esta tierra, semejante aporte y constancia frente a las
adversidades. En septiembre, los cruceños celebramos un año más de
independencia, recordamos a nuestros héroes y le decimos al mundo lo orgullosos
que somos de pertenecer, de ser parte de esta historia, bastante única, que se
escribe a gran velocidad. Estos días, tenemos la gran oportunidad de brindar un
homenaje y una despedida, a un hombre de afuera, que vino a convivir con
nosotros, que se preocupó por los que no tienen voz, por esos eternos
invisibles y logró cambios que muchos con un cargo y recursos no logran. Un
héroe silencioso, un hombre de primera categoría.
Santa Cruz tiene una magia especial que hace que uno se enamore profundamente de ella. Esa magia se la puede descubrir en la
sonrisa cálida, el corazón abierto y la palabra sincera, incluso se la puede
descubrir a la distancia. El padre Mateo la descubrió en el sufrimiento de los
enfermos y en la solidaridad de los habitantes que abrazaron cada causa que
enarboló porque era justa, porque era necesaria, porque era para ellos.
En una entrevista en la que habló sobre su partida,
con el semblante de quien se encuentra satisfecho y realizado con su trabajo, recordó algunos logros de estos años y dijo sin dudar que sus
campañas tuvieron éxito solo porque se realizaron en Santa Cruz, porque el sentido
de responsabilidad social en nuestra ciudad es único, afirmó.
Esas palabras debemos tenerlas siempre
presentes para recordar que el motor de nuestro progreso social, la noción de
justicia, de dignidad y de solidaridad, se encuentran dentro del alma cruceña;
es un potencial que puede volver imparable a un pueblo que es delicado y
vulnerable.
Eterna gratitud para ese pastor que huele a oveja y
que deja un legado ejemplar de lucha, de sacrificio y de amor. Afortunado su
nuevo destino y sus gentes, porque van recibir a un héroe incansable.
La sociedad cruceña no deberìa permitir el cambio.
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