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February 19, 2015

Las enfermedades de toda organización

Días antes de terminar el año 2014, el papa Francisco sorprendió a los cardenales y altos cargos -quizá no tanto a sus seguidores-, con un discurso navideño en el que, en menos de media hora, habló sobre las enfermedades que a su juicio padece la curia, que como todo cuerpo, está expuesto a enfermedades, señaló.
El texto, que no tiene desperdicio, consta de una lista de quince patologías y evitando un tono de reproche el papa instó a sus colaboradores a que hagan un auténtico examen de conciencia para reconocer sus límites y pecados.

Ya no sorprende la genialidad del papa argentino a la hora de abordar problemas, su originalidad no radica únicamente en el estilo sincero y directo de decir las cosas, sino en lo extrapolable del mensaje a los diversos ámbitos de la acción humana, en los que todos y cada uno de nosotros tiene un papel.
Qué duda cabe, las 15 enfermedades que padece la curia pueden ser fácilmente diagnosticadas en todo tipo de gobierno, como en nuestras organizaciones laicas, ya sean políticas, empresariales o sin fines de lucro.  

Quizás las más frecuentes son: 1) La enfermedad de sentirse inmortal, esto es, creerse inmune e indispensable, olvidando que deben existir controles y contrapesos. 4) La enfermedad de la planificación excesiva, que se da cuando se cae en el facilismo de quedarse en una posición estática. 7) La enfermedad de la rivalidad y la vanagloria, que se desarrolla cuando la apariencia y la ropa se convierten en el principal objetivo de la vida. 9) La enfermedad de las habladurías, que contagian quienes carecen de valor para hablar de frente. 10) La enfermedad de divinizar a los jefes, propia de los que optan por el oportunismo y el camino fácil. 15) La enfermedad de la ganancia mundana, es decir, acumular por acumular, siendo capaz de hacer cualquier cosa por conseguirlo, como calumniar y difamar; en dos palabras, competir deslealmente.


Invito a estudiar el texto completo (solo 7 páginas), disponible en la red gratuitamente. Si lo leyéramos, primero para cambio personal, y luego consiguiéramos que lo lean muchos de nuestros gobernantes y directivos de empresas, evitaríamos grandes crisis organizativas, personales, de liderazgo. Y, sin dudarlo dos veces, diría que el ambiente de trabajo sería mucho más productivo y saludable.   

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