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January 25, 2015

El combustible del odio

Desde tiempos remotos las comunidades humanas crean personajes míticos e instituciones idealizadas que sirven de escudo ante lo extraño. Un obsesivo sentimiento de vulnerabilidad nos lleva a crear motivos por los cuales podemos matar con justificante.
Mientras evolucionan las instituciones que rigen el orden social también lo hacen los conceptos que las sustentan. Si antes se mataba por los derechos de sucesión de un monarca o por la religión del reino, hoy se asesina por la soberanía de la patria o en nombre de la utilidad. Aunque, por supuesto, existen anacronismos que permiten la coexistencia de guerras santas en pleno siglo XXI junto a formas de violencia moderna.

Estereotipar al enemigo es la forma más habitual y más eficiente de atrincherar a un ejército para defender lo que sea, para acometer hasta la más repulsiva atrocidad. La energía y la unión que genera la creación de un personaje grotesco y violento, que no tiene razones para su accionar, es de tal magnitud, que resulta merecedor de un severo castigo el intento de acercamiento.

Recientemente se armó polémica por una “selfie” en la que aparece miss Israel y miss Líbano juntas y sonrientes. Aquella fotografía le costó a la libanesa una serie de amenazas, de autoridades de su país de retirarle la corona, entre otras intimidaciones de algunos de sus paisanos.

Claramente, el que intente encontrar grises en una batalla en la que solo caben blancos y negros, se convierte en un verdadero peligro para los generalizadores, porque eso agota el combustible del odio.
Asimismo, el reciente y espeluznante atentado en París, también nos presenta un escenario en el que resulta muy difícil encontrar el acercamiento e invita a plantearnos mucho más que la mejora de un sistema de seguridad.

¿Cómo se va actuar ante un emergente discurso xenófobo que se erige también como una forma de terrorismo? ¿Qué provoca que sea imposible para algunos asimilarse en la sociedad de acogida? Por último, y no por eso menos importante, ¿cómo se va desmantelar a los numerosos grupos de cobardes que matan en nombre de Dios y de una religión?

Sin duda, poner a toda una cultura en el mismo saco con unos terroristas es lo menos inteligente que se puede hacer, porque aplicar la generalización termina convirtiéndose en una forma de violencia, que rápidamente se traduce en mayor distanciamiento y hostilidad. No obstante, puede que eso esté buscando el hombre-masa para poder entronizarse.  

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