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December 5, 2014

Derrumbar mitos

Miles de empresarios franceses, convocados por la Confederación General de la Pequeña y Mediana Empresa, salieron a las calles a gritar contra las asfixiantes trabas legales y el rígido mercado laboral, que en lugar de brindar un marco jurídico propicio para la inversión y el emprendimiento, termina siendo contraproducente en cuanto a generación de empleo y dinamismo económico se refiere.


Los empresarios se quejan por la prohibición de firmar contratos temporales de un plazo menor a 24 horas semanales o por la posibilidad que tienen algunos trabajadores de jubilarse dos años antes, en caso de haber llevado a cabo determinados trabajos (labores repetitivas, trabajos con altas temperaturas o en ambientes ruidosos).

Por otro lado, no muy lejos de Francia, en España, el ministro de Hacienda, ha publicado tres leyes que conforman una reforma fiscal. La más llamativa de ellas es un “exit tax”, un impuesto que, a grandes rasgos, consiste en confiscar parte de los capitales que se retiren de España; algo incomprensible en un país  que está saliendo malherido de una profunda crisis económica y, lo que más necesita es, precisamente, el fomento a la inversión privada.

La lamentable excusa del personero de gobierno fue decir que en otros países como Alemania, Estados Unidos, Francia u Holanda, este impuesto ya existe, como si aquello fuera una garantía para el éxito.

Europa todavía se encuentra sumergida en un mar de contradicciones que no la permite salir airosa de la crisis económica (últimamente política). No hay voluntad real para superar el estancamiento y el pesimismo, porque todavía se cree ilusamente en el concepto hegeliano de Estado, como un ente perfecto, que posee la solución a todos los problemas.

Así pues, se subestima la importancia de la capacidad y la iniciativa individual, en favor de obesos sistemas, muchas veces corruptos, que pretenden la absoluta reglamentación de las distintas esferas de la vida. Precisamente, allí descansa la lógica de imponer múltiples impuestos, trabas y reglamentos alejados de la realidad y de las verdaderas necesidades de la gente, poniendo en riesgo los enormes avances que trajo el proyecto comunitario europeo en materia comercial, como la unión aduanera y monetaria.

Mientras tanto, el mundo sigue cambiando a un ritmo implacable, cada vez más competitivo e interconectado, en cual solo existen dos opciones: regular y gravar hasta por el aire que se respira o confiar en las personas, en la iniciativa y en la creatividad para solucionar problemas. Laissez faire, laissez passer”, dejen hacer, dejen pasar. 

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