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August 14, 2014

¿A la espera del disparador?

Hace un siglo potencias imperiales y nacionales se enfrascaron en un conflicto que acabó siendo uno de los más sangrientos y devastadores de la historia de la humanidad. Ningún estratega de la época imaginó lo largo y devastador que resultaría la guerra que ahora llamamos Primera Guerra Mundial.


Varias décadas previas al estallido de la guerra se dio un paradójico proceso conocido como Paz Armada: mientras se celebraban congresos por la paz y se firmaban declaraciones que hablaban de un mundo lleno de armonía y estabilidad, las grandes potencias crecían en armamento y en tecnología militar.

Entre los líderes políticos y la población existía un enorme optimismo por las promesas de la ciencia y la tecnología, las grandes masas empezaban a gozar de las mejoras en calidad de vida que otorgaban los descubrimientos tecnológicos y, por ello, predominaba la visión comtiana de que solo mediante la ciencia, la humanidad podría alcanzar una era de progreso indefinido y las guerras serían cosas del pasado.

No mucho tiempo después el error quedó en evidencia, el optimismo se convirtió en desesperación y muerte en cantidades industriales. Solo bastó un disparador para que la arrogancia humana se convierta en una guerra de escala planetaria; el asesinato del archiduque José Fernando de Austria y de su esposa fue el detonante del conflicto.

Cien años después las cosas han cambiado poco. Mientras los líderes mundiales siguen hablando de paz y de derechos humanos, engordan las utilidades de la industria armamentística y alimentan conflictos que, en un abrir y cerrar de ojos, se podrían convertir en otra barbarie de escala internacional.  


El derramamiento de sangre en Oriente Próximo, el avión derribado en Ucrania por las fuerzas pro-rusas, la guerra comercial y las sanciones en boga entre Estados Unidos, Europa y Rusia, la masacre hacia cristianos en Irak, entre otras provocaciones, pueden fácilmente convertirse en disparadores de un gran conflicto bélico. Por eventos aparentemente menores se han mandado a las trincheras a millones de inocentes para que mueran por los conceptos más abstractos que podamos imaginar. La humanidad disfruta jugando con fuego y cuando se quema no aprende la lección.  

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