El contenido de los diarios está
cada vez más invadido por episodios, uno más dramático que otro, de inseguridad
ciudadana. Los hechos más recientes hablan de una mujer embarazada asesinada a
balazos y una muchacha universitaria, también asesinada, pero a golpes.
Aquello, en vez de sensibilizar a
la comunidad, la hace más “fuerte” y, a la vez, más cobarde ante la desgracia
ajena. Se da una mezcla de miedo y resignación que conlleva al silencio y al olvido,
a vivir soportando lo que ya es insoportable.
Al cabo de unos días los macabros
sucesos quedan olvidados hasta que una nueva ola de tragedia nos sacude
nuevamente. Y así pasan los meses y los años, así pasa la vida: entre silencio
de impotencia, silencio de cobardía, silencio de ignorancia. Así pasa la vida,
mientras la sociedad se desangra, mientras las familias se fragmentan, mientras
aumenta la cantidad de gente muerta en vida, mientras nos convertimos en una
masa de incomunicación y de ansiedad ¿Sos vos o yo el próximo?
Sin embargo, la historia enseña,
que en un determinado momento la ira revienta y la lidera alguien que ha
perdido el miedo a la muerte; porque mataron a su hijo, porque violaron a su
hija, porque mataron a sus padres, porque lo que le importaba ya no está o porque
en la extorsión de la plata o la vida, le arrancaron el alma y le dejaron la
vida. Es ahí cuando surgen las más grandes rebeliones populares, cuando alguien
es capaz de acaudillar y aunar a un ejército suicida, no por una ideología,
sino por la vida del que ya no está y no va volver. Así, por hechos
aparentemente insignificantes, explotan las primaveras que hacen temblar hasta al
más grande de todos los canallas.
Aquellos levantamientos no buscan
poder, solo tienen hambre de justicia, solo buscan devolver esa sensación de
angustia y miedo a todos los responsables de las estructuras podridas que lo
causan. Buscan, fatigosamente, calmar el sufrimiento, aun sabiendo que eso es
imposible. Muchísimo cuidado, que hasta el más pacífico de los pueblos tiene
una paciencia limitada y no hay nada más temible que aquel pueblo de pie
gritando: ¡Basta!!
No comments:
Post a Comment