Decía Adam Smith que el “hombre
de sistema” es por naturaleza orgulloso y prepotente. Piensa que puede disponer
de los diferentes miembros de una gran sociedad con la misma facilidad con que
la mano dispone de las piezas en el tablero de ajedrez.
Para el escocés, el “hombre de sistema” no considera que las piezas en el tablero no tienen ningún principio que las mueva aparte del que la mano les confiere, mientras que el gran tablero de la sociedad humana cada pieza es individual y se mueve por sí misma.
Para el escocés, el “hombre de sistema” no considera que las piezas en el tablero no tienen ningún principio que las mueva aparte del que la mano les confiere, mientras que el gran tablero de la sociedad humana cada pieza es individual y se mueve por sí misma.
Durante estos días taxistas
catalanes y madrileños han protestado enérgicamente contra una aplicación móvil
que permite a los ciudadanos compartir auto: los conductores que ofrecen su
vehículo aminoran los gastos en gasolina y los usuarios ahorran algo de lo que
pagarían en taxi. El gremio de taxistas ha pedido acciones al ministerio de
fomento español para eliminar esta práctica y dicha entidad se ha pronunciado
advirtiendo jugosas multas económicas.
Quedan en contraste las dos
visiones: la del “hombre de sistema”, que se mueve bajo los parámetros de las
costosas licencias, los trámites burocráticos, la corrupción encubierta, los
monopolios en asociación con el Estado y las multas. Mientras que en el otro
lado la lógica liberal, enseña sobre innovación, creatividad y cooperación entre
individuos.
Los “hombres de sistema” –decía
Smith–, establecen su propio juicio como supremo criterio del bien y del mal y
se consideran como los únicos sabios y virtuosos de la comunidad. Los hombres
de espíritu libre solo buscan formas para conseguir eficiencia y aminorar sus
gastos con transacciones libres, basadas
en la confianza y en el beneficio mutuo.
Estas nuevas formas de vender
servicios de transporte está extendida a otros gremios como la hostelería y
están revolucionando el mercado; todo en beneficio del consumidor. Queda mucho
por ver todavía: la tecnología y la creatividad de los ciudadanos, propia de
sociedades libres, serán cada vez más desafiantes hacia el sistema de las
regulaciones y las licencias, que tendrá que aprender a re-inventarse para
ofrecer servicios a precios más competitivos en beneficio de los ciudadanos.
Las multas y prohibiciones del “hombre de sistema” son impotentes ante
acontecimientos de esta envergadura.
http://www.eldeber.com.bo/vernotacolumnistas.php?id=140613000519
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