“Los extremistas pusieron
la mano y se quemaron en las llamas que ellos mismos encendieron” Paul Johnson
La abismal diferencia entre los datos
preliminares del censo que fueron emitidos en enero y los resultados que fueron
publicados hace días, demuestra una clara intencionalidad política.
Muchas personas e instituciones están pidiendo explicaciones y hasta el momento ninguna autoridad ha podido aclarar con argumentos técnicos la razón de semejante margen de error, un 3,49% a nivel nacional; y cómo no señalar el grotesco desfase de Cochabamba (9,29%), Tarija (5,22%), Santa Cruz (4,36%) o Chuquisaca (4,09%).
Muchas personas e instituciones están pidiendo explicaciones y hasta el momento ninguna autoridad ha podido aclarar con argumentos técnicos la razón de semejante margen de error, un 3,49% a nivel nacional; y cómo no señalar el grotesco desfase de Cochabamba (9,29%), Tarija (5,22%), Santa Cruz (4,36%) o Chuquisaca (4,09%).
Esta manipulación afecta fundamentalmente
a los más desfavorecidos, a los eternos invisibles, a la eterna periferia. Afecta
a la imagen de un poder público que está dedicado en ser el rey de la
improvisación, la incapacidad y el gran distribuidor de incertidumbre. Encender
y enfrentar pasiones, vender humo y distraer la atención de lo importante, parece
ser la mayor especialidad de los mandamases de nuestras instituciones. No
quieren compadecerse de aquellas personas acostumbradas a vivir en la
precariedad, en la desatención, acostumbradas a no ser vistas, a no contar.
Nos atiborran de discursos
patrioteros, aluden a la inclusión y a la unidad, pero sus acciones no promueven reconciliación ni justicia, son
fábrica de fricción y prejuicios. No son capaces de generar confianza, ni
siquiera en temas tan delicados; en este caso, un censo de población y
vivienda, que determinará la distribución de los recursos y la representación
parlamentaria de al menos una década, en un país que es tremendamente pobre y
que necesita, sobre todo, eficiencia y transparencia.
Nos están dando motivos para
pensar que no quieren combatir la pobreza. Quizás piensan como Georges Sorel,
que en sus Reflexiones sobre la violencia,
afirma que hay que hacer revolución antes de que los pobres sean minoría. Por
eso están a gusto liderando revoluciones gatopardianas, le tienen miedo al
verdadero cambio y al progreso, necesitan pobreza para seguir deambulando
enceguecidos en el poder. De nada sirve mentir: si jugás con fuego,
inevitablemente, tarde o temprano, te terminás quemando.
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