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August 2, 2013

"Antimperialismo" imperialista

Para José Luis Comellas, imperialismo y colonialismo responden a una de esas corrientes incontenibles de la historia en la que predominan comportamientos o políticas que se ponen de moda: quien no sigue la corriente queda atrasado, desfasado, fuera de lugar.
Expansión, poder, prestigio, gloria, son algunos de los conceptos que más atraían al grueso de la población, especialmente a los gobernantes.

Por ello, no resulta extraño que en muchos casos, los poderosos imperios modernos no cumplan a cabalidad el tópico de ocupación de territorios rentables en materias primas o mano de obra. Ese afán de gloria hizo que las potencias no desistieran de su labor colonizadora a sabiendas de la ineficiencia y el déficit que ésta acarreaba. Son cosa común, los destinos manifiestos, el pretexto de la misión divina para civilizar el mundo desconocido, la grandeza de la raza y el gobernante.

Gonzalo Redondo afirma que por encima de toda motivación económica, lo que jugó en la expansión colonial fue el nacionalismo; el imperialismo fue precisamente la culminación ideológica  de la grandeza nacional. No por nada el imperialismo, en especial el imperialismo positivista, hace gala de pomposas declaraciones de orgullosa autarquía proteccionista, impone el servicio militar obligatorio para defender la “patria”, si es necesario hasta derramar la última gota de sangre, o enseña la historia y la geografía bajo sesgados criterios patrióticos.

Sin duda, no es lícito mirar los hechos desde un solo punto de vista, la empresa colonizadora fue un cúmulo de abusos monstruosos, de egoísmos, pero también de generosidades, de entrega altruista de organizaciones, que precisamente protegieron al nativo de la insaciable codicia de algunos personajes estancados en la mentalidad de su tiempo.

Ahora bien, es difícil de entender a los que hoy se autodenominan anti-imperialistas, pero abanderan en su propia tierra, los principios más descartables del imperialismo nacionalista. El proteccionismo ineficiente, el anacrónico servicio militar obligatorio en aras de la “patria”, el atropello a grupos étnicos minoritarios, el endiosamiento del líder de turno y el Estado, entre otras grotescas contradicciones. 


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