“Comunista, marxista, leninista. /Maoísta, castrista, jochiminista. / Pinochetista refractario a la información ecológica. / Lo siento mucho: chancho con chaleco”. Nicanor Parra. |
La portada del periódico EL
DEBER, el 15 de julio pasado, fue una advertencia alarmante. La ciudad ha
perdido en los últimos 25 años el 76% de sus árboles. Las imágenes satelitales
son implacables y muestran el agresivo raleo del verde en el área urbana.
Hace meses la indignación
ciudadana se hizo escuchar por el descarado avasallamiento que sufrió el cordón
ecológico, aquello sirvió para que la alcaldía cruceña detenga semejante
crimen. No obstante, el caso dejó, como siempre, más preguntas que respuestas,
y los responsables, con seguridad continuarán con sus actos suicidas.
La administración local,
siempre a la defensiva, apunta a los vecinos, pero no se muestra proactiva o
diligente, no propone, no lanza vigorosos programas de educación ciudadana y le
cuesta muchísimo hacer cumplir la ley. Parece más concentrada en sus pugnas
internas, suspendiendo concejales y movilizando costosas masas de personas para
intimidar cuando necesita mostrar fuerza.
Mucha fuerza bruta, mucha
prepotencia y poca cabeza. Así se muestra nuestro gobierno municipal cuando,
por ejemplo, insiste en ampliar la mancha urbana sin hacer una concienzuda
planificación previa, que esté regida por lo prioritario: los servicios
básicos, las comunicaciones y la estética urbana, en otras palabras, en la
persona, en su calidad de vida.
No es una casualidad que vivamos
en una ciudad cada vez más alejada del ciudadano, no priorizar al individuo
hace que el espacio urbano progresivamente se convierta en un espacio hostil e
inhumano. Qué bueno sería que las autoridades entiendan que en las ciudades viven
personas, qué bueno sería que miren un poco más allá de sus intereses
económicos y que dejen de pensar en las próximas elecciones.
Podrían empezar sintiendo
vergüenza, rectificando su limitada administración, tan limitada como la
superficial campaña de Pepe Mosca o como la paciencia del alcalde con los
periodistas, que solo cumplen con su trabajo de cuestionar y demostrar que
están vigilantes ante cualquier asomo de atropello a la comunidad.
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