"La comedia buscarla graciosa, entretenida, alegre,
caprichosa y breve, que no es bien
faltando el tiempo, que gaste mucho tiempo el pasatiempo" (Álvaro Cubillo
de Aragón)
No cabe duda, todos hemos
ofendido en alguna oportunidad a un semejante; amigo, familiar o desconocido.
Lo cierto es que muchas veces ni nos percatamos y esto por una sencilla razón:
nuestra torpeza humana.
Jacintha Saldanha era una enfermera de origen hindú, hace diez años vivía en Londres y hace cuatro que trabajaba en el hospital Rey Eduardo VII, donde atendieron a la duquesa de Cambridge que está embarazada.
Jacintha Saldanha era una enfermera de origen hindú, hace diez años vivía en Londres y hace cuatro que trabajaba en el hospital Rey Eduardo VII, donde atendieron a la duquesa de Cambridge que está embarazada.
Saldanha sufrió la broma de dos
conductores de radio, que buscaban información inédita y se hicieron pasar por
la reina Isabel II con tal de conseguir el objetivo. La inocencia de la humilde
enfermera en un principio fue un punto a favor para los bromistas, pues
consiguieron lo que buscaban, y aún más, despertaron la burla de miles, que
hicieron sentir humillada a la afectada; al cabo de un par de días ésta se
suicidó, despertando el debate sobre los límites de los medios de comunicación y
sobre el trato que reciben los trabajadores cuando cometen un error.
Es indispensable que aparte de la
legislación, haya una continua y sincera auto-evaluación de los comunicadores y
los receptores. Los primeros deben tener en cuenta que no pueden relegar la dignidad propia y
ajena a cambio del rating. Y los segundos, deben tener un poco más de amor
propio, exigir mejor información y así demostrar que una elevada audiencia
puede ser compañera de la calidad informativa. Los programas de cotilleo, sin duda,
pueden existir, pero no deben ignorar algunos límites inviolables respecto a la
privacidad de las personas.
Este trágico episodio, fácilmente
trasladable a nuestro medio, es un jalón de oreja a toda la ciudadanía, para
que tenga un poco más de criterio y entienda que alentar estúpidas bromas puede
tener consecuencias nefastas. Asimismo, es necesario que tratemos de ser menos
torpes y desarrollemos un poco más el tacto en el trato con los demás. No podemos
olvidar, que en todos los ámbitos de acción (familia, empresa, calle, colegio,
universidad) nos relacionamos con personas
y no con máquinas sin sentimientos.
La lección es contundente: el fin
no justifica los medios y hay trabajar la virtud de la empatía antes que juzgar
al vecino por su equívoco, pues mañana el del error puede ser usted o yo.
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