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June 21, 2013

Jalón de orejas

"La comedia buscarla graciosa, entretenida, alegre, caprichosa  y breve, que no es bien faltando el tiempo, que gaste mucho tiempo el pasatiempo" (Álvaro Cubillo de Aragón)

No cabe duda, todos hemos ofendido en alguna oportunidad a un semejante; amigo, familiar o desconocido. Lo cierto es que muchas veces ni nos percatamos y esto por una sencilla razón: nuestra torpeza humana.
Jacintha Saldanha era una enfermera de origen hindú, hace diez años vivía en Londres y hace cuatro que trabajaba en el hospital Rey Eduardo VII, donde atendieron a la duquesa de Cambridge que está embarazada.

Saldanha sufrió la broma de dos conductores de radio, que buscaban información inédita y se hicieron pasar por la reina Isabel II con tal de conseguir el objetivo. La inocencia de la humilde enfermera en un principio fue un punto a favor para los bromistas, pues consiguieron lo que buscaban, y aún más, despertaron la burla de miles, que hicieron sentir humillada a la afectada; al cabo de un par de días ésta se suicidó, despertando el debate sobre los límites de los medios de comunicación y sobre el trato que reciben los trabajadores cuando cometen un error.

Es indispensable que aparte de la legislación, haya una continua y sincera auto-evaluación de los comunicadores y los receptores. Los primeros deben tener en cuenta  que no pueden relegar la dignidad propia y ajena a cambio del rating. Y los segundos, deben tener un poco más de amor propio, exigir mejor información y así demostrar que una elevada audiencia puede ser compañera de la calidad informativa. Los programas de cotilleo, sin duda, pueden existir, pero no deben ignorar algunos límites inviolables respecto a la privacidad de las personas.

Este trágico episodio, fácilmente trasladable a nuestro medio, es un jalón de oreja a toda la ciudadanía, para que tenga un poco más de criterio y entienda que alentar estúpidas bromas puede tener consecuencias nefastas. Asimismo, es necesario que tratemos de ser menos torpes y desarrollemos un poco más el tacto en el trato con los demás. No podemos olvidar, que en todos los ámbitos de acción (familia, empresa, calle, colegio, universidad) nos relacionamos con personas  y no con máquinas sin sentimientos.
La lección es contundente: el fin no justifica los medios y hay trabajar la virtud de la empatía antes que juzgar al vecino por su equívoco, pues mañana el del error puede ser usted o yo.


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