Molesta ver cómo en
nuestro país se malemplea el uso de la palabra sedición como excusa para arremeter
contra manifestaciones civiles y sembrar temor en la población. En Bolivia
nadie busca derrocar al presidente del Estado, sino más bien reclamar vehementemente
contra el abuso del tribunal constitucional,
que violando la soberanía popular expresada en las urnas, permite que un
individuo goce del privilegio de reelegirse indefinidamente.
Si bien es cierto que la violencia debe ser evitada a toda costa y es necesario mantener un clima de paz y armonía en la sociedad, la gente goza de plena legitimidad para protestar y gritar cuando ve que sus derechos están siendo pisoteados. Cuando la gente sale a la calle pacíficamente actúa bajo el imperio de la ley no solo nacional, sino también internacional.
Los escolásticos de
Salamanca, entre los que destacan, Francisco de Vitoria,
Martín de Azpilcueta, Franciso Suárez, etc., son considerados padres del
derecho internacional y precursores tempranos de ideas verdaderamente revolucionarias
para el siglo XVII sobre teología, economía y derecho, como la del
reconocimiento a la legitimidad de desobedecer a los líderes si éstos actúan de
manera injusta.
Uno de los grandes
méritos de estos pensadores fue el de centrar la atención en los derechos
naturales del hombre como punto de partida para alcanzar una sociedad justa; tales
como ser el derecho a la libertad, a la vida, a la propiedad, a pensar
diferente, a la dignidad. Francisco Suárez fue el paladín de esta
arremetida intelectual de gran repercusión en la España imperial y la Europa de
los siglos venideros, defendiendo que los hombres nacen libres por su propia
naturaleza y no subordinados a otros hombres, incluso pudiendo desobedecer y
levantarse contra quienes obran con injusticia. Por tanto, se empieza a entender
al pueblo como un conjunto de soberanos individuales con el poder de conducir su propio destino.
Es así que después de siglos, sangrientas
revoluciones, muertes y gobernantes abatidos por su angurria de poder, el
derecho de los países reconoce muchos de estos principios como garantes de un
orden democrático y de la justicia, cuyos principales defensores son los
ciudadanos, en quienes reside la soberanía. En Bolivia ya se votó acerca de la reelección y se
dijo No. Un tribunal no puede ir por encima de la decisión popular y, al
hacerlo, está actuando sin legitimidad. Por tanto, no debe ser obedecido e incluso
debe ser castigado según corresponda.
La rebeldía, que siempre ha tenido el rostro joven, es
hoy la encargada de hacer respetar la decisión popular ya reflejada en las
urnas. Sin embargo, la rebeldía no es violenta. La violencia es propia de los
tiranos que eventualmente se desmoronan. La rebeldía es alegre, burlesca y esperanzadora.
La rebeldía canta, grita y sonríe. La rebeldía causa úlceras en las entrañas
del autoritarismo y lo destruye desde adentro. Este domingo, volvamos a las
urnas, sonrientes, sin caer en provocaciones y votando nulo reafirmemos nuestro
compromiso con una sociedad libre, justa y no dispuesta a caer en los errores del
pasado.
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