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May 12, 2015

"Láminas educativas": jugando con fuego

El siglo XX se caracterizó por ser un tiempo de cambio radical: progreso técnico y científico inédito, guerras de gran alcance destructivo y, sin duda, el nacimiento de la comunicación de masas y la propaganda.
Lamentablemente, la perversión de quien utiliza los medios puede provocar catástrofes y dramas humanos inimaginables. Así es cómo se crearon eficientes y crueles técnicas para el exterminio en masa o se utilizaron las nuevas herramientas de comunicación para adoctrinar y crear ejércitos de fanáticos dispuestos a matar y morir por grandes mentiras.

Me quiero centrar en este último punto del adoctrinamiento, ya que no soy el único asqueado por las famosas láminas “educativas” alusivas al día de la madre, que se hicieron virales en la red y que se han distribuido en las librerías y centros educativos del país.

No voy a entrar a tocar los complejos y taras mentales de quienes escribieron y editaron semejante aberración, porque a la amargura y al odio no se les puede responder con la misma moneda, pues no existe nada más estéril y cobarde que el rencor.

Lo que sí vale la pena mencionar es que resulta aterrador que después de tantas lecciones supuestamente aprendidas y en pleno siglo XXI, se estén utilizando en nuestras narices medios tan nobles como la educación para enfermar prematuramente a la niñez con prejuicios, no sin antes haber ofendido a miles de mujeres y madres.

Hay muchas cosas para analizar: el sesgado y grosero determinismo geográfico del texto, cómo se hace un uso indebido de recursos escasos o de la abusiva arbitrariedad de algunos que osan a señalar con el dedo a toda una nación. Pero sobre todo, lo más preocupante es cómo se está creando un caldo de cultivo de odio, ignorancia y prejuicio en las personas más vulnerables del tejido social, los niños.

Muchas veces nos hemos preguntado cómo la sociedad llegó a permitir los holocaustos y las desgracias del siglo pasado. Y no nos damos cuenta que los seguimos permitiendo, porque esas barbaridades se forjan de a poco, primero con agresiones aparentemente irrelevantes y luego con “soluciones finales”: es un fuego incontenible de odio, que una vez salido de control es imposible de calmar.

Lo que no saben los sinvergüenzas que se dedican a jugar con fuego y se las dan de temerarios, es que cualquier mujer -de cualquier parte del mundo- les puede dar duras lecciones de voluntad, emprendimiento, sacrificio, entrega y, sobre todo, generosidad. Mientras unos construyen día a día y en silencio, otros destruyen con papelería barata y estrategias sombrías.

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