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June 15, 2015

El humanismo empresarial

El filósofo español, Rafael Alvira, es uno de los fundadores, junto a otros pensadores y empresarios, del Instituto Empresa y Humanismo de la Universidad de Navarra (1986). Creación destinada a pensar y cuestionar constructivamente el accionar empresarial. Fundamentalmente se busca que los principios éticos –básicos y cada vez más olvidados–, sean junto a los saberes técnicos, herramientas indispensables en la toma de decisiones del directivo.

En un breve ensayo titulado “¿Qué es el Humanismo Empresarial?”, el autor resume de manera sencilla, pero exquisita, la doctrina de lo que debe ser la empresa: una organización manejada por personas conscientes de su extenso radio de influencia societaria, cuyos intereses no deben estar al margen del todo social, pues, es tan indigno el modo de vida de quien está aislado en la mendicidad, como el del acaudalado que vive sin interés por nadie.

Al igual que la familia, la empresa, es un ente que unifica y organiza la sociedad. Por eso, el empresario debe hacerse con su responsabilidad, mostrar amor propio, y dejar claro que no necesita un aparato regulador externo (Estado) para cuidar por la dignidad de los que caen bajo su esfera. Desde fuera no se puede velar correctamente por la dignidad de las personas, aquello debe estar interiorizado, caso contrario siempre se encontrarán modos de vulnerar las regulaciones externas, necesarias, sí, pero muchas veces superfluas y alejadas de la realidad.


En suma, el Humanismo Empresarial consiste en que la élite dirigente sea consciente de su responsabilidad con el todo social, tarea que se empieza brindando atención al trabajador, antes como persona, que como cualquiera, tiene necesidades, problemas, vicios y virtudes particulares y no puede ser encasillada en un conjunto impersonal de trato. El primer peldaño de la escalera, está en darle importancia al trabajo, otorgar condiciones espacio-temporales adecuadas y ofrecer una remuneración  justa.  Conseguir aquello, por convicción propia y no por falsos condicionamientos jurídicos, será posible cuando seamos capaces de eliminar la asociación del –obviamente importante– beneficio económico, ligada al maltrato, la miseria del alma y la codicia.    

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